jueves, 25 de febrero de 2010

El Cristo de Monteagudo




Ante todo, perdonen el abandono en que tengo mis blogs, donde no publico desde hace muchos días. No he podido, sin entrar en largos detalles.
Ahora quiero poner éste post para anunciar el cambio en el título de mi blog. A partir de ahora se llamará “EL CRISTO DE MONTEAGUDO”
Como “El Cristo de Monteagudo” conocemos en Murcia a una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, emulación del Cristo del Corcovado brasileño, que está instalada sobre un castillo musulmán, en un cerro sito en la pedanía murciana de Monteagudo, a escasos 4 km. de la ciudad de Murcia. Dicha imagen domina y preside casi toda la huerta murciana, es visible desde muchos kilómetros a la redonda, y está ahí desde antes de que yo naciera (y los próximos que cumpliré serán 56). Todas las personas que vivimos en Murcia, y visitantes, estamos acostumbrados desde toda la vida a contemplar dicha imagen cuando salimos de Murcia, o regresamos de viaje a nuestra ciudad. Nos gusta verla, nos reconforta y anima. Ello independientemente de que los creyentes musitemos una oración y nos santigüemos. No hace daño a nadie y es un símbolo de Murcia, aceptado y querido por todos, creyentes y no creyentes. Es signo de identidad de Murcia.
Digo todo esto porque un sujeto llamado José Luis Mazón, que lidera a un grupito de juristas de izquierda, pretende que el Cristo de Monteagudo sea quitado de ahí, sea desmontado.
En 1926 se inauguró el monumento, y justo diez años después, en los comienzos de la Guerra Civil, fue dinamitado por los Republicanos. Fue en 1951 cuando se reinstaló, volviendo a coronar el querido pueblo de Monteagudo, la enorme imagen de un Cristo con los brazos abiertos en cruz. Señal de amor, paz, concordia. En torno a esa imponente escultura, sita en terreno público, hemos nacido, crecido y vivido muchos murcianos, que la consideramos, con razón, una parte esencial de nuestro paisaje existencial, patrimonio no sólo religioso sino también cultural de Murcia y de España.
Las reacciones no se hicieron esperar, y los murcianos salimos en tromba a protestar contra Mazón y sus amiguetes. Todos los murcianos, excepto IU. Me congratuló muchísimo el comprobar que el PSOE también se posicionó contra el impresentable de Mazón quien, lejos de aceptar el clamor popular, empezó a decir que tenía miedo de que atentaran contra él, que somos unos retrógrados... etc. Parece que, finalmente, no se llevará a cabo tamaña barbaridad y ofensa a toda la Región de Murcia, pero aún no está claro del todo.
También pretende Mazón, ahora, desmantelar la Cruz de la Muela, de Orihuela, monumento instalado en 1.411 y muy querido por todos los oriolanos, excepto él y sus amiguetes, que al parecer pretenden “limpiar” España de sus monumentos más queridos por todos. ¡Qué pena de hombre!, ¡cuanto odio alberga su alma!
José Luis Mazón es un abogado que ustedes conocen bien. Fue el que se encargó de “liquidar” al JUEZ (con mayúsculas) Ferrín Calamita, por el “gravísimo delito” de tener 6 meses sin sentenciar una solicitud de adopción de una niña por una pareja de lesbianas. El JUEZ argumentó que estaba realizando periciales, había pedido informes, estaba estudiando el caso, ya que ese tipo de solicitud por parte de una pareja de lesbianas era un asunto novedoso y había que hacer las cosas bien. No le valió de nada, Mazón que fue apoyado por el progrerío que impera en la justicia (con minúsculas), consiguió que Calamita fuera condenado y apartado de la carrera judicial, por esa tardanza de 6 meses, cuando el 90% de los casos de la justicia en toda España superan ampliamente ese plazo. Y lo duplican, triplican... Pero había que dar ejemplo de cómo se las gasta el lobby cuando los solicitantes son homosexuales, y Calamita fue cabeza de turco. ¡Cuantas parejas no homosexuales tardan años en conseguir una adopción! Pero los homosexuales no, son mejores que el resto de los españoles, y a quien no respete ese privilegio, caña.
Hay un error muy común que se repite y que quiero corregir: Mazón no es murciano, aunque está afincado aquí desde hace muchos años, pero él es nacido en Orihuela (Alicante), población que, por otra parte, los murcianos consideramos hermana nuestra. Un lenguaje común, cercanía, historia común, familias que residen en ambos sitios, visitas mutuas que nos realizamos con muchísima frecuencia, interrelación comercial, etc. Y, ahora, también nos hermana la amenaza de Mazón, que quiere privarnos de nuestros monumentos más queridos. Insisto, es una pena de hombre.
Así que, ya saben, cambio el nombre de mi blog. Revisaré la situación en un futuro, a ver como siguen las cosas.
Un saludo a todos.

martes, 2 de febrero de 2010

Artículo sobre topónimos.



TOPÓNIMOS Y OTRAS YERBAS
(por Felipe Pérez)


Cuenta un internauta llamado Antonio Guerrero (muy conocido en su casa, a la hora de comer) que, como todos sabemos, y yo por si acaso lo acabo de consultar en el diccionario, topónimos son los nombres con que se designan los lugares. Debido a que los griegos (que se pasaron la vida inventando palabras, según parece) llamaban "topos" a los lugares. En cambio dice que para su tía Patrocinio los topos eran una especie de ratas ciegas, que le daban repeluco sólo de pensar en ellas. Y es que cuesta comprender, entre los acentos y los vocabularios particulares de cada comarca, cómo llegamos a entendernos.

A lo que iba, que en cuanto me despisto -no sé si será correcta esta expresión porque no iba por ninguna pista ¿o será porque he perdido la pista que seguía?- me voy por los cerros de Úbeda. Nuestros tatarabuelos los moros, al igual que el Cid, han ganado al menos una batalla después de muertos. La de los topónimos.

Durante los cuatro días que vivieron en Al-Andalus (casi ná, unos ochocientos años) le fueron poniendo nombres a los lugares donde habitaban. En su gran mayoría son nombres descriptivos y hasta poéticos, que han pervivido durante estos últimos cinco siglos. Como un servidor no tiene ni idea del árabe vulgar, y menos aún del finolis, se ha acostumbrado a oírlos y a repetirlos sin saber su significado. Más o menos me sonaba que los pueblos que se llamaban Alcántara es que tenían un puente, y que cuando decía que no sabía ni "guá", sin querer, estaba diciendo agua o río, de ahí Guadalquivir río grande -cualidad que no hay quien le niegue- y Guadalajara río de piedras, que allá ellos si lo tienen pedregoso. No me esperaba que Guadalupe, donde se adora a esa Virgen que exportamos con éxito a América, fuera el río del lobo.

Algunos nombres se han mantenido con una mínima modificación entre la lengua de los arábigo-andaluces y la nuestra actual, como es el caso de Alcor (Palencia) y "del Alcor", en la provincia de Sevilla, ya que el Diccionario de la Real Academia sigue diciendo que Alcor es una colina o un collado. Pero bueno, se supone que al escribir todo esto mi obligación es sorprender. Así que a eso voy, a explicar algunos nombres que considero destacables. (Si mi paciente lector es un experto en toponimia o un arabista de pro, le recuerdo que hay por ahí cosas muy interesantes para leer, y que no vale la pena perder demasiado tiempo con lo que escribo; así, tal vez, me libre de puntualizaciones eruditas y documentadas que me pueden hacer polvo estas líneas.)

¡Qué acierto el de algunos nombres! Almadén: la mina, Algeciras: la isla, la península, Almenara y Almería tienen el mismo origen, la atalaya, La Mancha: alta planicie, Sanlúcar: viento de siroco o viento de Levante, Tarifa: punta, Generalife: huerto, jardín. O denominaciones descriptivas, como Alatoz (Albacete) el lugar sin agua, Albaida (Sevilla) la blanca, Alberca (Alicante, Ávila, Cuenca, Murcia y Salamanca) el estanque, o la alberca como aún se dice en Andalucía. Alhama (Albacete, Almería, Granada, Murcia, Soria y Zaragoza) la fuente termal. Si es bello y eufónico el nombre de Alhucemas (Marruecos) también lo es su significado: espliego. Y tenemos a una Zahara (Cádiz): brillante, Zagra (Granada): pedregosa, Zalamea (Badajoz): saludable (aunque en la obra de teatro no lo fuera para alguno). Como esto se está haciendo largo, no me meto en berenjenales y esquivo recrearme con el lío de los gentilicios (sí, hombre aquello de ¿cómo se llaman los de Cabra?).

Aunque más curiosos, tal vez por desconocidos, son algunos de los apelativos o apodos como denominan -normalmente los de los pueblos vecinos y con un cierto tonillo de ofensa- a los habitantes de algunas localidades. A todos nos suena aquello de la tierra del ronquío, caballas y boquerones. Pero ahí va un ramillete de los que he oído en menos ocasiones. Antequera (Málaga) los del disimulo, Arcos (Cádiz) valentones, Cádiz presumidos, Chiclana (Cádiz) atajaloprimos, Dos Hermanas (Sevilla) nazarenos, Lucena (Córdoba) pajariteros y santurrones, Úbeda (Jaén) cavadores, y que me perdonen los de Rota (Cádiz) pero parece que les tocó la peor parte, si es verdad que les llaman borricos.

La pequeña historia se escribe así. Los apodos están basados en hechos reales -como dicen en las películas-, que casi siempre acaban difuminándose con el pasar de los años y olvidándose la verdadera anécdota que los originó. En cambio los topónimos perduran y siguen ahí, para que los estudiosos duden y discutan, por ejemplo, hasta del significado y origen, de nada menos, que del nombre de España. O sea, poco más o menos, que empezaron a llamarla España sin estar de acuerdo en por qué.