El hipocondríaco desconfía del médico, pues éste siempre le dice lo mismo: usted no está enfermo. A pesar de ello, tiene la imperiosa necesidad de acudir a él, aun sabiendo que todas las pruebas que le han realizado están bien.
Pero eso no le calma, no lo cree, y pide otra opinión. Y después, otra. Así, pues, los hipocondríacos recorren una consulta tras otra, pero nada cambia, siempre el mismo diagnóstico: no encontramos ninguna enfermedad.
Posiblemente, se equivocan los médicos, pues ¿no es una enfermedad el hecho de creer firmemente y de manera irreductible a toda prueba o razonamiento, que se tiene una y muy grave?
Podemos ver, entonces, que los hipocondríacos son mal tolerados por los médicos, quienes se alegran de que, por fin, se vayan a ver a otro médico, y a él lo dejen tranquilo. Y es que la medicina tampoco tiene grandes instrumentos para tratar estas patologías.
Pero hagamos un poco de historia y arrojemos también un poco de luz a ésta enfermedad. Etimológicamente, la palabra hipocondríaco procede del prefijo griego hipo (debajo), y de condrio (cartílago). Se denomina hipocondrio a la zona del abdomen que está justo por debajo de las costillas. Al parecer, este padecimiento se describió inicialmente en personas que aquejaban molestias en esa zona, que es donde están el hígado (en el lado derecho) y el bazo (en el izquierdo). La hipocondría es un temor por la propia salud. Se diferencia de la neurosis de angustia, en la que la preocupación de ésta otra enfermedad siempre es por la salud ajena.
Se concibió en sus comienzos como una especie de fobia, cuyo tema era la preocupación por la propia salud. Una fobia o temor a enfermar. De lo que no se da cuenta el paciente hipocondríaco es que esa es su enfermedad: el temor a enfermar es la enfermedad misma. Se ha comprobado en psicoanálisis, que la hipocondría o temor a enfermar, puede estar en relación con un acto realizado, o incluso sólo fantaseado, que el paciente cree que conduce a la enfermedad.
El paciente hipocondríaco sí está enfermo, de temor, y cuando la enfermedad es el miedo, el tratamiento ha de ser psíquico.
Así pues, los médicos que identifiquen, sin duda, a una persona hipocondriaca, deberían remitirlo a un médico especialista en enfermedades psíquicas. Posiblemente sólo así se curará.