domingo, 24 de abril de 2011

Tradicion pascual.

Con el Domingo de Resurrección comienza éste tiempo pascual, en el que recordamos los días que Jesús permaneció con los apóstoles, antes de subir a los cielos en el día de la Ascensión. La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos. A veces, y para juego y regocijo de los niños, se esconden los huevos de pascua, que ellos deben encontrar. El buscar los huevos escondidos, simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.

El origen de esta costumbre de los huevos de pascua, viene de los antiguos egipcios, quienes acostumbraban regalarse, en ocasiones especiales, huevos decorados por ellos mismos. Los decoraban con pinturas, que extraían de las plantas, y el mejor regalo era el huevo que estuviera mejor pintado. Ellos los ponían como adornos en sus casas.

Cuando Jesús subió al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma, entre los que se encontraba el no comer huevos. Pasada la Cuaresma, el día de Pascua salían de sus casas con cestas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los regalos de huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.
 
Uno de aquellos cristianos, recordó lo que hacían los egipcios, y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.
 
Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como la de hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día en que la tradición está muy extendida. Incluso se compran y regalan entre los no creyentes, siendo para éstos últimos un acto festivo, lúdico y social.

¡CRISTO HA RESUCITADO!

El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite”. Y ellas recordaron sus palabras. Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.

Lucas 24, 1-12




El día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy de mañana cuando aún era de noche, y vio que la piedra del sepulcro estaba movida. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.

Juan 20, 1-9




Además de éstas citas que he puesto sobre la resurrección, he encontrado en internet un artículo, del que he extraído una parte, que pongo mas abajo, sobre cómo celebran en Rusia la resurrección de Cristo.



Particularmente, siento una sana, sanísima envidia, y me gustaría que aquí hubiera ese fervor, en primer lugar, y esa inmensa alegría tras la resurrección, en segundo lugar, y se celebrara tan eufóricamente como allí.



Aquí está esa parte del texto.



Los cristianos de la Iglesia Oriental de Europa, sobre todo en Rusia, celebran la Resurrección de una manera espléndida. Durante todo el sábado, el día se pasa triste, muy triste. En el templo aparece sólo el sepulcro sellado, con Jesucristo muerto dentro de la roca. Pero al anochecer, las calles empiezan a iluminarse con el esplendor de antorchas y más antorchas que se dirigen hacia la iglesia. Al llegar la nutrida procesión, se abre la puerta y aparece el sacerdote vestido de blanco, con un manto flotante, lujoso, lleno de gracia y majestad. En su mano, el crucifijo que levanta en alto, mientras canta jubiloso por tres veces:



-¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo ha resucitado!...



La multitud responde con gritos a cada proclama:



-¡En verdad que ha resucitado! ¡En verdad que ha resucitado! ¡En verdad que ha resucitado!...



Entran todos en el templo, espléndidamente iluminado, como quien entra en la gloria. Y llega un momento en que el coro invita a todos cantando:



- Abracémonos unos a otros, llamémonos hermanos, perdonemos a los que nos odian y cantemos todos juntos: ¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!



En este momento estalla un júbilo incontenible. Todos se besan y abrazan, ricos y pobres, grandes y pequeños. El que da el beso saluda:



- ¡Cristo ha resucitado!



Y responde el que lo recibe:



- ¡Sí, Cristo ha resucitado!



No acaba aquí este grito de triunfo. Durante los días pascuales seguirá en la vida como normal este saludo, al encontrarse dos personas:



- ¡Cristo ha resucitado!



- ¡Sí, Cristo ha resucitado!



Así se celebraba la Resurrección en Rusia, y Dios quiera que se haya renovado para no suprimirse ya nunca. Bella la función. Pero, sobre todo, profunda en su significado, porque resume todo lo que es nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.



Sin el amor a Jesucristo no se explica este gozo.



Sin esperanza de tener esta misma gloria del Señor, tampoco se comprende esta alegría.



Sin fe en todo lo que creemos, resulta ininteligible tal celebración.



Pues bien, amigos,

¡CRISTO HA RESUCITADO!


viernes, 22 de abril de 2011

Un tema controvertido: Los hermanos de Jesús.

Ahora que estamos en Semana Santa, es tiempo adecuado para hablar de un tema controvertido. En diversas partes de los evangelios se habla de “los hermanos y hermanas de Jesús”. Así, podemos leer que en Nazaret se referían a Jesús diciendo que era el hijo del carpintero y de María, y que “es hermano de Santiago, José, Simón y Judas, y sus hermanas también viven aquí entre nosotros” (Mt. 13, 55-56). Igualmente podemos leer que, una vez, cuando predicaba le dijeron que “Tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan” (Mc. 3, 32).
 

Algunos, posiblemente por desconocimiento de la Biblia, aunque siempre hay malintencionados, sacan la precipitada y errónea conclusión de que María tuvo más hijos, y consecuentemente no pudo haber quedado virgen, como creemos los católicos. Es verdad que en los evangelios se habla de “hermanos y hermanas de Jesús”, pero eso no quiere decir que sean hermanos de sangre de Jesús, o hijos e hijas de la Virgen María.
 

Jesús hablaba el idioma arameo, que es como un dialecto del hebreo, y en las lenguas arameas y hebreas se usaba la misma palabra para expresar los distintos grados de parentesco cercano, como “primo, hermano, tío, sobrino, primo segundo, etc.”, y para indicar estos grados de parentesco solamente usaban la palabra “hermano o hermana”. Así, Abraham llama “hermano” a su sobrino Lot (Gén. 13, 8 y Gén 14, 14-16), y Labán igualmente llama “hermano” a su sobrino Jacob (Gén. 29, 15). En definitiva, en la Biblia no se usan las palabras tío o sobrino, sino que a los que descienden de un mismo abuelo se les llama “hermanos”. Entonces, ¿cómo hacían para determinar el auténtico parentesco de hermano? La Biblia usa varios modismos. Por ejemplo, si se trataba de hermanos verdaderos, hijos de una misma madre, se usaba la expresión “tu madre y los hijos de tu madre”. Esta era la única manera correcta de expresarse. En Mateo 16, 17 se usa la expresión “Simón, hijo de Jonás” para decir que el padre de Simón es Jonás. Y en ningún lugar del Evangelio se habla de los hermanos de Jesús en sentido estricto, como “hijos de María”. Por tanto en la Biblia no aparece ningún hermano de Jesús según la carne.
 

Cuando leemos que Jesús subió a Jerusalén junto con María y José, Jesús tenía ya 12 años, y no se menciona a ningún hermano de Jesús en sentido estricto. Así el texto nos hace entender que Jesús es el hijo único de María. (Lc. 2, 41-52).
 

Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, Jesús dijo a su madre, “Madre, ahí tienes a tu hijo”, y luego le dijo al discípulo, “Ahí tienes a tu madre”, “y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa” (Jn. 19, 26-27). Así, Jesús confió a su madre al apóstol Juan (hijo de Zabedeo), porque María quedaba sola, al no tener mas hijos, y eso para los judíos era signo de maldición.
 

¿Y los supuestos hermanos Jesús? Efectivamente, la Biblia nombra a cuatro “hermanos” de Jesús (Mat. 13, 55-56). Precisamente aquí encontramos sus nombres, que son Santiago (o Jacobo), José, Simón y Judas. De estos cuatro “hermanos” de Jesús, dos eran apóstoles: Santiago “el hermano del Señor” (Gál. 1, 19) es el apóstol Santiago “el Menor” (Mc. 15, 40), y Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago. La madre del apóstol Santiago el Menor y Judas se llama también María, y esta María estaba junto a la cruz de Jesús (Mc. 15, 40) y era “hermana de María la Madre de Jesús” (Jn. 19, 25) y tía de Jesús. Es la que el Evangelista llama María de Cleofás (su esposo) (Jn. 19, 25). Así, queda claro que ni Santiago ni los otros tres nombrados “hermanos de Jesús” eran hijos de la Virgen María y José, sino primos hermanos de Jesús.
 

Otros dicen que la Biblia nombra a Jesús como el “primogénito”, pero realmente, el hecho de que Jesús sea “primer hijo” no descarta que fuera hijo único, y por consiguiente, tampoco significa que la Virgen María tuviera más hijos después de Jesús. Además, por el mero hecho de que Jesús fuera el primogénito, o sea, el primer hijo, quedaba consagrado completamente a Dios (Ex. 13, 2), y es que la Ley del Señor mandaba que el primer hijo fuera consagrado u ofrecido totalmente a Dios (Ex. 13, 12 y Ex. 34, 19). Esto, y no otra cosa, es lo que enseña el Evangelio al decir que Jesús fue el primer hijo o primogénito de la Virgen María. En ningún caso quiere decir el primero entre otros hermanos.
 

Pero es conveniente explicar el uso de la palabra “hermano” en el sentido religioso. Precisamente fue Jesús fue el primero en utilizar la palabra hermano no en sentido carnal, sino en sentido figurado. En el Evangelio de Juan (20, 17), Jesús llama a sus discípulos y apóstoles “mis hermanos”, y en la carta a los Hebreos (2, 11) todos los redimidos por Cristo son “sus hermanos”, Cristo es “el primogénito de estos hermanos” (Rom. 8, 29). En este sentido aparece la palabra “hermano” 160 veces en las cartas apostólicas del N. T. Hermanos, pues, en este sentido, hoy como ayer, son todos los que creen y aceptan a Jesús. La Iglesia Católica, al igual que las iglesias Evangélicas, tiene también la costumbre de llamar a sus fieles “hermanos y hermanas”, lo cual, como todos pueden interpretar, no significa que lo seamos carnalmente. Hermanos según la carne son los hijos de unos mismos padres. Hermanos según el espíritu somos todos los seres humanos, mayormente los que son miembros de una misma comunidad o familia religiosa.
 

Creo que estas explicaciones bastan para aclarar el sentido bíblico de la expresión “hermanos y hermanas del Jesús”. Yo mismo utilizo algunas veces la palabra “hermano”, principalmente a aquellos que lo son conmigo en la fe y seguimiento de las doctrinas y enseñanzas de Jesucristo, entre los que se encuentran, afortunadamente, muchos de mis “hermanos” en los blogs.